Anna Ajmátova, Rusia
Anna Andréyevna Gorenko nació el 11(23) de junio de 1889 en Odessa. Adoptó como seudónimo el apellido de su abuela materna, ésta, descendiente de la nobleza tártara. Destacada poetisa de La Edad de Plata de la literatura rusa y cabeza clave junto a Mandelstam del Acmeísmo, movimiento artístico de principios del Siglo XX del que también formaban parte Gumiliov -primer esposo de Anna Ajmátova- y Gorodetski, autores estos últimos de los primeros manifiestos acmeístas en 1913, año clave para la modernidad rusa. El Acmeísmo, contrario al Simbolismo, apostaba por un lenguaje poético que contuviera significados exactos y que venía a manifestarse en un «escribir con palabras claras sobre asuntos reales«. Formada en la escuela de Pushkin, de sobria alegría, elegancia y humanidad, suma a esta sensibilidad la gravedad y melancolía de los versos de Blok y de Annensky, la huella prosística de Dostoyevski y la clásica claridad de los acmeístas dando como resultado la producción poética que la llevó a ganarse el reconocimiento de ser la «Ana de todas las rusias«. Fiel defensora de los derechos y libertades de su pueblo, no dudó en ningún momento en poner su pluma a favor de los oprimidos, a pesar del peligro que ello suponía y que la llevó a ser perseguida, acusada de traición y deportada. Víctima de las consecuencias de la Revolución Rusa de 1917, vivió momentos dramáticos relacionados con la acusación de conspiración y posterior fusilamiento de su primer marido, Nikolái Gumiliov, el arresto y deportación de su hijo a Siberia y la muerte en un campo de concentración de su último marido, Punnin. Sus amigos, unos emigraron y otros fueron reprimidos. Ella tuvo que deshacerse de todos sus escritos por miedo a que fusilaran a su hijo. Pero, lejos de guardar silencio y consciente del peligro que suponía que encontraran en su domicilio algo escrito en alguno de los frecuentes registros a los que se veían sometidos, optó por escribir sus poemas, aprendérselos de memoria para recitarlos oralmente en sus reuniones y, después, destruirlos. En 1944, volvió con su hijo a Leningrado y se ganó la vida traduciendo a Leopardi y publicando ensayos, labor a la que incluía también ensayos de Pushkin en periódicos escolares. Fue poco despúes que su hijo volvió a ser encarcelado durate diez años como consecuencia de haberle leído sus poemas al joven británico Isaiah Berlin durante una visita que éste le hizo antes de partir a Londres. Pero esta vez, Anna siguió adelante con su poemario «Requiem», uno de los más importantes, en donde expone claramente que los únicos que estaban en paz en su país eran los muertos y que los vivos pasaban su vida yendo de un campo de concentración a otro.
Estuvo nominada para el Premio Nobel de Literatura en 1962, no lo consiguió; en 1964 recibió en Italia el Premio internacional de Poesía y en 1965 es nombrada Doctor Honoris causa por la Universidad de Oxford. Su obra no se publica completa en Rusia hasta 1990, veinticuatro años después de su muerte, ocurrida en 1966 y causada por un infarto en un sanatorio de las afueras de Moscú. Está enterrada en Komarovo; pero sigue viva en cada una de sus líneas y cercana a todos gracias a la cantidad de lenguas a que ha sido traducida.
Poema sin héroe (Poema bez geróya) (1940—1965, texto completo publicado en 1976)
Capítulo Primero
La fiesta de Año Nuevo prolonga suntuosamente
los húmedos tallos de las rosas de Año Nuevo.
El rosario (15)
No diremos la buenaventura de Tatiana
Pushkin (16)
In my hot youth – when George
the Third was king
Don Juan (17)
Noche de Año Nuevo. Casa de Fontanka. A casa del autor, en lugar de los esperados, llegan sombras disfrazadas del año trece. Sala blanca de espejos. Digresión lírica: «El huésped del futuro». Mascarada. El poeta. Una aparición.
Encendí los cirios secretos (18)
para iluminar la velada,
contigo, que no has venido a mi casa,
al año cuarenta y uno saludo.
Pero…
¡Que Dios nos proteja!
En el cristal se ahogó la llama.
«Y el vino, como veneno, arde». (19)
Son las oleadas de una cruda charla,
cuando resucitan todos los delirios
y aún no suenan los relojes…
Mi angustia no tiene límites
y, como una sombra en el umbral,
guardo mi último vestigio de paz.
Oigo una insistente llamada
y un frío húmedo me convierte
en piedra, me hielo, ardo…
Y, como si recordara algo,
me doy la media vuelta
y a media voz digo:
«Se equivoca: La Venecia de las dagas (20)
está aquí al lado… Pero las máscaras,
capas, coronas y cetros
deben dejar hoya la entrada.
¡Ahora se me antojó honraros,
Espectros de Año Nuevo!».
Este es Fausto, aquel, don Juan,
Dappertutto (21), Jokanaam (22),
el más modesto, el nórdico Glahn, (23)
o el asesino Dorian. (24)
Todos murmuran a sus Dianas
la lección bien aprendida.
Y alguno hay que con el tímpano
atrajo a una Ninfa con pies de cabra.
Y para ellos se abrieron los muros,
se inflamó la luz, aullaron las sirenas,
y, como una cúpula, se hinchó el techo.
No temo la publicidad…
¡Nada me importan las jarreteras de Hamlet (25),
el torbellino de la danza de Salomé,
y el paso de la Máscara de Hierro! (26)
¡Yo soy más férrea que ellos!…
¿A quién le toca ahora asustarse,
echarse atrás, retroceder, capitular
y expiar un viejo pecado?…
Todo está claro:
No es a mí, pero ¿a quién? (27)
No se preparó para ellos la cena,
los que conmigo no van.
En el faldón del frac ocultó él la cola…
¡Qué colorido y elegante!…
Sin embargo…
Confío en que usted no se haya atrevido
a traer aquí al Príncipe de las Tinieblas…(28)
Esta máscara ¿es una calavera, o es acaso el rostro
de expresión dolorosa y malvada
que sólo Goya osó dibujar?
Niño mimado y burlón (29),
ante él, el más apestoso pecador
es la gracia personificada…
¿Divertirse? Sí, divirtámonos.
¿Cómo pudo suceder
que de ellos sólo yo esté viva?
Mañana alguien me despertará por la mañana
y nadie me condenará,
y tras la ventana el azul añil
se reirá de mí.
Estoy asustada: entraré
sin quitarme la mantilla (30),
sonreiré a todos y callaré.
No, hasta el Valle de Josafat (31)
no quiero encontrarme con quien
un día llevaba un collar
de ágatas negras…(32)
¿Acaso está cercano el último plazo?
He olvidado vuestras lecciones,
charlatanes y falsos profetas,
pero vosotros no me habéis olvidado.
En el pasado madura el futuro,
y en el futuro el pasado se consume. (33)
Una pavorosa fiesta de hojas muertas.
L El sonido de los pasos de los que no están
A sobre el parquet encerado
S y el humo azul de un cigarro.
A Todos los espejos reflejan (34)
L a quien no apareció,
A a quien en esta sala no pudo entrar.
B No es mejor ni peor que los demás,
L no exhala el gélido frío del Leteo,
A su mano es cálida.
N ¡Huésped del futuro! (35) ¿Será posible
C que me haga una visita
A a mano izquierda detrás del puente?
…Desde la infancia temo los disfraces,
siempre me pareció
que una sombra superflua
«sin rostro y sin nombre» (36),
en ellos acechaba…
¡Abramos la reunión
de este solemne día de Año Nuevo!
No esparciré por el mundo
esta medianoche hoffmaniana (37)
Preguntaría a los otros…
Espera,
parece que no estás en las listas
de los Cagliostros (38), magos, Lyciscas (39),
vestidos a rayas,
embadurnados
tú eres…
de la edad del roble de Mamre (40),
secular interlocutor de la luna.
No nos engañan tus fingidos lamentos.
tú escribes leyes de hierro;
Hammurabi, Licurgo, Solón (41)
podrían aprender mucho de ti.
Él es un ser de humor extraño,
no espera que la gloria y la gota
le sienten en un suntuoso
sillón conmemorativo,
sino que pasea su triunfo
por los desiertos, por el brezo en flor.
Y de nada es culpable. Ni de esto
ni de lo otro ni de otra cosa…
A los poetas
no les sientan bien los pecados.
¡Danzad ante el Arco Sagrado (42)
o desapareced!…
¡Qué importa! De eso (43)
hablaron mejor sus versos.
El grito del gallo sólo lo soñamos. (44)
Tras la ventana humea el Neva.
La noche no tiene fondo y se prolonga
la diablería de Petersburgo…
En las ventanas angostas no se ven las estrellas. (45)
La muerte ronda por aquí, es evidente,
pero la verborrea de la mascarada
es insulsa, voluble, desvergonzada…
Un grito:
«¡El héroe a escena!»
No tema: saldrá ahora sin falta
en lugar del larguirucho
Y cantará sobre la sagrada venganza…
¿Por qué huís todos juntos
como si hubierais encontrado una novia
y me dejáis sola en la penumbra,
entre los negros bastidores
que contemplan lo que se ha convertido
en el drama más amargo?
Y todavía no es la hora del lamento.
Esto no se encadena de repente
como una frase musical,
oigo un murmullo: «¡Adiós! ¡Ya es la hora!
Te dejo viva
pero no serás mi viuda.
Tú: ¡Paloma, sol, hermana!»
Dos sombras se funden en el rellano…
Después, escaleras de peldaños llanos
un gemido: «¡No hace falta! Y a lo lejos
Una voz pura:
“Estoy preparado para la muerte”. (46)
Las antorchas se apagan, el techo desciende La sala blanca (47) (de espejos) se convierte de nuevo en la habitación del autor. Palabras desde las tinieblas.
No hay muerte. Todo el mundo lo sabe.
Es insípido repetirlo.
Lo que hay, ojalá me lo explicaran.
¿Quién llama?
Porque a todos les dejaron entrar.
Es el huésped detrás del espejo. O alguien
que de repente apareció en la ventana…(48)
¿Es una broma de la luna nueva
o es alguien que de nuevo está
entre la estufa y el armario? (49)
La frente está pálida y los ojos, abiertos…
Esto quiere decir que son frágiles las lápidas.
Esto significa que el granito es más blando que la cera…
¡Es absurdo, absurdo, absurdo! Y lo absurdo
me convertirá pronto en gris,
cambiaré por completo.
¿Por qué me haces señas con las manos?
Por un minuto de descanso
devolveré la paz eterna.
Notas:
Edición bilingüe de Jesús García Gabaldón
Ediciones Cátedra
Madrid – España
1994
Épocas en la obra de Anna Ajmátova:
1. De 1912 a 1922:
La tarde (Vécher) (1912), El rosario (Chyotki) (1914), La bandada blanca (Bélaya staya) (1917), El llantén (Podorózhnik) (1921) y Anno Domini MLMXXI (1922). Escribe un poema épico Junto Al Mar (U sámogo mórya) (1914).
2. De 1922 a 1940:
marcada por el silencio creativo y la ruptura del silencio mediante la creación de Requiem (1935-1940). Una de sus obras más conocidas, en ella refleja el dolor y el amor de una madre. Durante las largas colas de espera para poder ver a su hijo en la cárcel oye las historias de las demás mujeres. Escribe pero no publica un poema épico Putyóm vseyá zemlí (Kitezhanka) (1940).
3. De 1940 a 1965.
tiene dos partes diferenciadas: por un lado, encontramos una serie de poemas épicos y por otro, sus poemas de madurez que culminan en Poema sin héroe (Poema bez geróya) (1940—1965, texto completo publicado en 1976). Se publican en Moscú sus libros de poemas El correr del tiempo (Beg vrémeni) (1909-1965), Sauce (Iva, o Trostnik) 1940. Escribe pero no publica el libro de poemas titulado Nones (Néchet) (1936-1946) y un poema épico Trianon ruso (Russki trianón) (1923-1941).
Anna Ajmátova, Modigliani, 1914