Exquisito Shakespeare
Poder leer al Shakespeare poeta original en su idioma es puro placer. Desgraciadamente, las traducciones no siempre pueden mostrar su profundidad y son contadísimas las que logran acercarnos a la poesía del autor aunque sólo sea de soslayo. En Shakespeare se puede decir con propiedad que su decir es casi inimitable. Por eso hay transcripciones o traslaciones que se le acercan algo pero, en general, no pasan de ser remedos del saber decir del original.
Cuando leí que el genio advirtió en sus memorias que sería recordado por su poesía más que por su prosa, me dediqué a investigar sobre aquellas presuntas maravillas y no logré encontrar nada de particular en castellano. Me fui entonces al original intentando ir más allá de la dificultad idiomática, coloqué el índice sobre los versos para imbuirme del ritmo silábico y fue entonces cuando recibí el tremendo latigazo de su poética real. Sus pentámetros yámbicos eran un modelo de exquisitez imposible de traducir al castellano, no solo por su perfección rítmica, que también, sino por la diferencia del léxico y la dificultad de adaptar sus cortos y palpitantes versos al castellano.
A sus composiciones poéticas, expresadas en pentámetros yámbicos, se les suma la particularidad del idioma inglés, al poder expresarse con cortas palabras que permiten una precisión matemática de la que carece el idioma español. Nuestra lengua, romántica y explicativa, nunca podrá traducir The Sonnets. (Esto no quiere decir que tengamos nada que envidiar al idioma inglés, ni mucho menos, todo lo contrario —diría—, sino que al igual que ocurre con el hexámetro griego, nunca podremos trasladarlo tal cual al castellano). Así, si a las particularidades del inglés, se le suman las particularidades del pentámetro yámbico, con su extremada sonoridad, el resultado es una de las maravillas del universo poético, digna de figurar en la galería de las mejores y más perfectas obras de la literatura universal.
Para tratar de trasladar la auténtica voz lírica del genio al castellano, comencé hace tiempo una transcripción de sus pentámetros yámbicos a hexámetros castellanos (el hexámetro dactílico que usó Homero, con cinco dáctilos y el troqueo al final de verso), tratando de acercarme en lo posible no sólo a su saber decir sino, sobre todo, a su sentir poético y al fondo real de su idea de la escritura. Mi pretensión era emular la belleza incuestionable de su voz lírica desde las licencias que me proporcionaba el hexámetro.
Me adentré en el personaje hasta perder mi perspectiva personal y establecí una especie de simbiosis con su manera de decir y de pensar. Estuve a punto de dejar el trabajo a medias en muchas ocasiones pero el reto que para mí suponía llegar hasta el final me permitió seguir hasta terminar mi libro. De hecho, para recuperarme, decidí tras terminar con la primera parte de la transcripción —que ya publiqué en 2009—, tomarme un verano sabático que recompusiera mis dañados circuitos.
Os presento aquí uno cualquiera de sus sonetos, en el original, para que apreciéis su construcción en yambos; una maravilla literaria imperecedera en su construcción:
Sonnet 73
That time of year thou mayst in me behold,
When yellow leaves, or none, or few do hang
Upon those bought which shake against the cold,
Bare ruin’d choir, where late the sweet birds sang.
In me thou seest the twilight of such day,
As after sunset fadeth in the West,
Which by and by black night doth take away,
Death’s second self that seals up all in rest.
In me thou seest the glowing of such fire,
That on the ashes of his youth doth lie,
As the death-bed, whereon it must expire,
Consum’d with that which is was nourish’d by.
This thou perceiv’st, which makes thy love more stong,
To love that well, which thou must leave ere long.
Y ahora, presento mi modesta aportación, tratando de imitar sus yambos con dáctilos. Es decir, pasando su ritmo bisilábico a otro trisilábico. O lo que viene a ser igual, traduciendo sus pentámetros yámbicos de 11 sílabas y cinco columnas rítmicas de corte isabelino, a hexámetros castellanos con seis columnas rítmicas y 17 sílabas, también en isabelino, donde se recoge en lo posible la “idea” ampliada —la esencia sobre todo— del genio:
Soneto 73
Puedes mirarme en pasados momentos del año, ya idos,
cuando amarillas las hojas, ya mustias, las menos, ninguna,
cuelgan aún tiritando en la rama, muriendo de frío,
coro ruinoso, derruida capilla sin aves ni cantos.
Mírate en mí y verás al crepúsculo ocasos del día,
cómo agoniza, se esfuma despacio el fulgor de occidente,
muy lentamente la trágica noche le roba el aliento,
muerte segunda, gemela, silente, cual sello en reposo.
Mírate en mí y verás el rescoldo divino del fuego
que dormitando en la joven ceniza lacera mi cuerpo;
cómo en el lecho de muerte do yazco a la espera del fin
soy consumido por todo lo que antes le fue de alimento.
Esto verás, con lo cual lograrás de tu amor fortaleza
para en amor aprehender lo mejor de tu efímera vida.
Un saludo,
Antonio García Vargas
Estimable Antonio:
He leído sobre el Pentámetro yámbico y lo he encontrado definido así:
El pentámetro yámbico es un verso compuesto de cinco pies (un pie yámbico se compone de una silaba no acentuada seguida de una acentuada: x – / donde x es la silaba no acentuada y / es la silaba acentuada) con una silaba no acentuada en forma opcional al final. No existe rima.
Ejemplo:
La línea 39 de la segunda escena del primer acto en La Tempestad es un ejemplo de pentámetro yámbico.
x / x / x / x / x /
A time be- fore we came un- to this cell?
¿Será ésta definición correcta?
Es interesante el tema. Felicidades
Perdona Alberto, no había visto tu comentario. Efectivamente, cada verso consta de cinco yambos. El yambo, como bien dices, está formado por una sílaba llana y otra aguda. Este tipo de pie era bastante común en la poesía de Shakespeare y de Spenser sobre todo. En España no se ha usado porque el idioma no se presta a ello y da como resultado una insufrible monotonía en el verso así como una forzada composición a base de palabras cortas que restan fluidez al texto.
Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Antonio
Hola interesante Shakes, leer también a David Silvestre este escritor parece calcado al bardo.
Oye no se te olvide David Silvestre.
Genial el soneto 73. Gracias!!!