José Luis Appleyard, Paraguay

José Luis Appleyard, poeta, narrador, periodista y dramaturgo, nació el 5 de mayo de 1927 en Asunción, Paraguay, y murió en la misma tierra que lo vio nacer en el año 1998.

Su educación primaria la hizo en la Escuela Normal de Profesores, y la primera parte de sus estudios secundarios los realizó en el Colegio San José de Asunción, concluyendo su bachillerato en el Colegio San Martín, de Buenos Aires, Argentina.

Optó al título de Abogado por la Universidad Nacional de Asunción y se desempeñó por aproximadamente una década en su profesión, para luego volcarse de lleno al periodismo y a la poesía.

Fue uno de los discípulos predilectos del culto sacerdote español César Alonso de las Heras, en el Colegio San José. El Padre Alonso es una figura fundamental en la difusión de la gran poesía española de las llamadas generaciones del ‘98 y del ‘27, y forjador de numerosos talentos para las letras paraguayas, desde la Academia Literaria del Colegio San José, primero, y luego desde la Academia Universitaria. De ésta última institución, Appleyard fue presidente y activo referente.

Pertenece a la llamada “Generación del ‘50” en la poesía paraguaya, junto a José María Gómez Sanjurjo, Ricardo Mazó y Ramiro Domínguez, entre los representantes más notables de ese período.

Durante casi dos décadas formó parte del cuerpo de periodistas del diario “La Tribuna”, de Asunción, medio de comunicación en el que cumplió además las funciones de Jefe del Área Cultural y director del suplemento cultural de los domingos. Fue editorialista en el influyente matutino asunceno y con el nombre de “Monólogos” publicó una columna que logró gran popularidad al encarar temas de actualidad candente escribiendo “como habla la gente” en el Paraguay. Trabajó asimismo en el vespertino “Última Hora”, donde su columna “Desde el tiempo que vivo” era uno de los más esperados por los miles de lectores del rotativo.

Invitado por varios gobiernos extranjeros, entre ellos los de Estados Unidos de Norteamérica y Alemania, visitó numerosos países, brindando charlas, conferencias y recitales con sus poemas.

El propio Appleyard, en un breve escrito de junio de 1981 que abre su libro “Tomado de la mano”, en relación a sus poemas expresa:

Y es así como, tomado de la mano de ellos me he visto a mi mismo en una larga trayectoria de años, de días y de horas que me dieron un poco de todo.

En ese transitar apoyado en mis versos me he sentido triste y feliz, Me he sentido abrumado por la soledad y más aún por la compañía siempre pasajera. Me he visto niño en Areguá. Me he visto joven estudiante en Buenos Aires. Me he sentido de nuevo en la Academia Universitaria, esa hermosa experiencia que un grupo de amigos creara. Y también me he mirado a mí mismo, blancos ya los cabellos, cana la barba, así como soy hoy”.

Y agrega:

Los ojos de quienes me lean no verán lo mismo. Pero puede ser que reconstruyan no mi imagen, sino un camino a cuyos bordes está siempre la vida. Si tal se logra, los versos habrán cumplido su misión de dejar algo de mi voz en estas páginas. Si no, seguirán siendo hijos, me fueron naciendo en la mayoría de los casos con dolorosa angustia, hijos míos que quedan indefensos, solos e indefensos de quien les dio la efímera o definitiva vida en un poema. Quedan con el lector, desamparadamente solos, esos poemas. Que ellos digan, si es que la tienen, su verdad”.

Poemas:

Hay un sitio en el mundo donde vivo,

pequeño y singular,un sitio mío,

un pedazo de tierra con olor a madera,

con gentes como yo,

de diminuto, sangrante y triste

corazón cautivo.

Un pedazo de tierra, pocos hombres,

y un alfanje de acero como río.

Yo estoy en él, soy parte de esa parte

minúscula del mundo.Tengo amigos

que comparten el tiempo y lo desangran

con lentitud, sin prisa, desde antiguo.

La vida es muy sencilla,

sólo basta

ser fiel al cumplimiento de los ritos,

matar a la verdad cada mañana

y dejarla morir cada domingo.

Quien conoce la clave, dulcemente

puede vivir tranquilo en este sitio.

Las palabras mantienen la tersura

de su forma redonda y sin resquicios,

pero aquellos que encierran, por ser verbo,

en cada labio da un sabor distinto.

La gramática es tensa, diferente

de toda similar. Sólo el sonido

de sus vocablos tiene semejanza

con un idioma al que llamara mío.

Hay sinónimos claros, transparentes:

ser libre es vegetar sin albedrío,

robar es trabajar, amor es odio,

y vivir es morir desguarnecido.

La soledad se llama compañía,

y el traicionar, ser fiel a los amigos.

La novedad, vejez. Todo lo nuevo

tiene una oscura pátina de antiguo.

Hay un sitio en el mundo donde vivo,

pequeño y singular.

Un sitio mío,

un pedazo de tierra que se pudre,

con gentes como yo,

de diminuto, sangrante y triste

corazón cautivo.

* * * *

Poema Tú, Del Sur

Tú, del sur,
de esa tierra
que huyendo de los trópicos se sumerge en el río;
de allá donde se borran las fronteras del alba,
de allá donde florece la arena en la simiente,
de allá trajiste, niña, tus ojos de agua y malva.

En las manos de espuma del viento sur crispado
tú viniste, pequeña;
aún están tus cabellos aromados de espigas
y de campos tranquilos,
y hay un verde remoto de movidos maizales
en tus ojos, sureña.

Del norte va mi voz
en brújula de sueños
buscando abierta y dulce la rosa de los vientos
para saber del sur,
y saber que en él vibra
la canción de un arroyo
de palabras inmensas
que le roba a tus ojos
la guaca transparencia
para teñir el mar.
Del norte va mi voz
hacia las noches claras
que tiemblan en las aguas del Ñeembucú dormido.
Del sur viene tu nombre
aún mojado de estrellas,
hecho luz en la calma rumorosa del río.

* * * *

COLOFÓN

Todo puede volver,
pero este amargo corazón de patios,
esta víscera ardiente que revuelca
su agónica vivencia entre la sangre,
que late, sueña, duele y se desvela,
este pedazo viejo de mi carne
adherida a un pasado,
apretujada a él como en un beso,
hacinante de ayeres,
adustamente mía,
esta víscera trágica y absurda
que se está yendo siempre
y que se aferra,
este pedazo de mi vida en siempre
necesita y no puede
regresar.

Huyen las tardes,
laten los veranos,
los perros muerden el osario cárdeno
de la desesperación de los crepúsculos.
Las viejas cuentas de gastados brillos
amparan la mudez de los rosarios,
la tarde, el tiempo, el sol, la lluvia, el viento,
las palabras margas,
los ojos que miraban y se han ido
y dentro de mí mismo,
crepitante,
este reloj de carne que se muere,
que sigue yendo siempre,
que sigue trajinando,
este pedazo de mi vida en siempre
necesita y no puede
regresar.

* * * *

YO

Yo cuando siempre y por entonces mudo,
abierto hasta el dolor, sin presentirlo,
sol de mi sombra y amparado escudo,
aullantes de nostalgias mis sentidos,
yo sin saber, y oscuro retenido,
agitando rincones agoreros,
buscando entre las risas otros labios
de azucenas lloradas de aguaceros.

Yo siempre así, sin fuerza para el río,
para nadar lo gris de la corriente,
hecho de asa inerte y sollozada
en la inquietud de ser adolescente.
Yo sin virtud, que por matar la mía
abandoné el silencio y la espectancia
y oscureciendo el tono de mis ojos
dejé morir sin rosas una infancia.

Sí, siempre yo y ya nunca consentido
de un huérfano dolor y canto mío,
igual a todos y aterido y triste,
yo frente a mí y ya nunca niño mío.

* * * *

Casi toda su producción teatral permanece inédita.

Año Obras
1953 Poesía”, junto a otros miembros de la Academia Universitaria.
1963 El poemario “Entonces era siempre”, su primer libro (1963).
1965 El sauce permanece” (1965),
1978 Así es mi Nochebuena”.
1981 libro en el cual figura el poema “Cigarra, tonta cigarra”, magníficamente musicalizado por Maneco Galeano, “Tomado de la mano”.
1982 El labio y la palabra”.
1983 Solamente los años”.
1965 En narrativa es autor de una novela: “Imágenes sin tierra
1971 Los monólogos
1983 La voz que nos hablamos
Año Últimas publicaciones
1988 Las palabras secretas”, un poemario.
1993 Desde el tiempo que vivo”, una serie de sesenta breves relatos poéticos en torno a los sucesos más significativos del segundo milenio de la Era Cristiana, libro que lo hizo acreedor del Premio Municipal de Literatura en 1994
1997 Por su último libro, “Cenizas de la vida”, mereció el máximo galardón de las letras paraguayas, el Premio Nacional de Literatura que le confirió el Parlamento Paraguayo en ese mismo año.

Más poemas de José Luis Appleyard en:

Portal Guaraní

Letras paraguayas

Fotografía de archivo de José-Luis Appleyard de fines de 1997, cuando recibió en pleno Hospital Central del IPS el Premio Nacional de Literatura, junto a una escultura de Pistilli.


Un comentario
  1. Silvia

    Me podrian ayudar diciendome donde encontrar las obras los monólogos, y la vos que nos hablamos, quiero hacer un trabajo para la facultad sobre estas..

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