Las Cruzadas III, La Caída de Antioquía

Imperio bizantino antes de las Cruzadas

Tras la caída de Nicea, el sultán Kiliy Arslan llama a todos los turcos a la guerra y sella una alianza con su rival Danishmend. Éste, que ve con preocupación el avance de los rum y los francos juntos, ve preferible que la lucha contra ellos se desarrolle en tierras vecinas antes que en las suyas y acude con miles de soldados para colaborar con el sultán.

Los francos, mientras tanto, piensan bajar hacia Palestina, pasando por Konya, el único enclave importante que aún está en manos de Kiliy Arslan. Tienen que atravesar una zona montañosa y los emires del sultán ven ahí la ocasión de tenderles una emboscada y acabar con ellos.

Es cerca de Dorilea donde los ejércitos musulmanes van a caer sobre los cristianos. Cuando aparecen por las colinas los ejércitos francos, la impresión de Kiliy Arslan es que son menos numerosos de lo que él creía. Confiado por lo que ve, manda el ataque de la famosa caballería ligera turca; la fama de sus jinetes, ágiles con el caballo y el arco a la vez, los hace temibles. Sin embargo, las pesadas armaduras de los caballeros francos, aunque los hace torpes y lentos de movimientos, también los hace difíciles de abatir. La infantería sí ha sufrido numerosas bajas, pero el resto del ejército apenas se ha resentido. Y lo peor está por llegar.

A lo lejos aparece otro ejército franco tal vez incluso más numeroso que el primero.

El sultán ordena la retirada, cuando un tercer ejército franco aparece por detrás de las líneas turcas. No les queda otra opción que huir; pero sólo los jinetes, valiéndose de su velocidad, consiguen hacerlo. La mayor parte de los soldados han sido rodeados y matados o hechos prisioneros para venderlos como esclavos. Kiliy Arslan y algunos de sus emires han conseguido salvarse, pero el desastre es tal que se corre la voz del mismo y el pánico empieza a apoderarse de gran parte de Oriente.

Sin embargo, la aridez del terreno va a poner nuevas dificultades a los ejércitos francos que avanzan más lentos de lo que esperaban, después de haber destrozado al ejército turco. Su próximo objetivo es la ciudad de Antioquía y, aunque con lentitud, en octubre de 1097 ya la tienen a la vista.

Muros de Antioquía subiendo por el Monte Silpius durante las Cruzadas

El señor de Antioquía, Yaghi Siyan, en cuanto supo de la llegada de los frany, mandó limpiar los fosos que rodean la ciudad, en primer lugar a los musulmanes, pero después, temiendo que los cristianos se pusieran de parte de los invasores, los mandó a ellos para que limpiaran el foso y después les impidió regresar, prometiéndoles defender a sus esposas e hijos y que los dejaría volver cuando los francos fueran expulsados. Yaghi Siyan sabe que Antioquía es casi inexpugnable si no les abre alguien desde dentro algún lugar por el que entrar, por lo que le obsesiona que alguien lo pueda traicionar para permitir la entrada de los invasores. Las murallas son fuertes, las reservas de alimentos son abundantes pues dentro de las murallas hay extensos campos de cultivo y abastecimiento de agua. El problema para Yaghi Siyan es que él es único dirigente que en ese momento se siente amenazado de forma directa por los francos y él, durante mucho tiempo, se ha burlado de sus dirigentes vecinos y ha alimentado envidias y discordias, por lo que sabe que será difícil que ahora le quieran ayudar.

En Siria, por su parte, los hermanos Ridwan, rey de Alepo y su hermano Dukak, rey de Damasco, no se llevan nada bien. Ridwan provoca desconfianza en mucha gente, pero en su familia más que en ninguna pues mandó matar a varios de sus hermanos menores por temor a que le disputaran el poder. Dukak sobrevivió, pero lo odia a muerte. En esas circunstancias, Yaghi Siyan no tiene fácil contar con el apoyo de los otros dirigentes vecinos. El más cercano es Ridwan, al que dio incluso su hija en matrimonio; pero pronto se dio cuenta de que aspira a quitarle su lugar y no le inspira ninguna confianza la secta de los “asesinos” con la que parece entenderse muy bien. Recurre pues a Dukak. Éste no quiere tener que acercarse a Alepo y darle a su hermano la ocasión de atacarlo por detrás. Yaghi Siyan mandará a su hijo Shams ad-Dawla para que convenza al rey de Damasco para que le ayude.

Roberto II de Normandía lucha contra los musulmanes durante el sitio de Antioquía

Sólo dos meses después de comenzada la batalla de Antioquía, accede Dukak a mandar tropas en ayuda de los sitiados. Hay una semana de camino y Shams lo acompaña para que no se arrepienta mientras llega. Por el camino, Dukak y su ejército se encuentran con una tropa franca que está forrajeando por la zona y no da la orden de ataque, con lo que da tiempo a los francos a organizarse y hacerle frente con un resultado poco claro, pero con suficientes muertos entre el ejército de Dukak como para que éste decida dar la vuelta y volverse a Damasco, a pesar de las súplicas de Shams.

Las noticias de la vuelta a su ciudad de las tropas de Dukak llega a Antioquía y extiende el desaliento entre sus defensores. Los frany pasan hambre, la lluvia insistente los castiga, hay temblores de tierra… Eso permite ataques de los ejércitos de Antioquía que merman el poderío cristiano. Pero como necesita refuerzos, no tiene más remedio que acudir a Ridwan. De nuevo será Shams el que vaya a negociar y Ridwan, que ya siente la amenaza de los francos cercana, envía su ejército contra los frany.

La nueva situación da esperanzas renovadas a los pobladores de Antioquía. Sin embargo Ridwan, inexperto en la guerra y asustado por la fama de los guerreros francos, no se atreve a hacerles frente de forma abierta y acantona sus tropas en una franja de terreno rodeada por el Orontes y el lago de Antioquía. Cuando los francos atacan, se establece una lucha cuerpo a cuerpo en la que los caballeros con sus armaduras tienen una superioridad aplastante. Las cabalgaduras se encabritan y aplastan a los jinetes. Cuando la derrota del ejército de Alepo es clara, los soldados de Yaghi Siyan que estaban rodeando al campamento franco en los alrededores de Antioquía pierden la moral y el emir ordena que regresen al interior de la ciudad.

Sitio de Antioquía por los cruzados

El único recurso que le queda al dirigente de Antioquía es recurrir al gobernador de Mosul, a más de dos semanas de marcha. Karbuka, un antiguo esclavo, es quien la gobierna. La petición de ayuda de Yaghi Siyan es para él una ocasión de extender su influencia, así que pone de inmediato un ejército en marcha hacia Antioquía. Cuando los francos se enteran se asustan, pues cada vez están en peores condiciones de subsistencia. Los frany se han dado cuenta de que hay informadores que tienen al tanto a Yaghi Siyan de lo que ocurre y como escarmiento han asado a un informador en un espetón y se lo han comido gritando que harán lo mismo con cualquiera que haga lo que ése.

Una tropa de francos ha tomado la ciudad de Edesa, al norte del camino que lleva de Mosul a Antioquía, por lo que Karbuka teme que cuando llegue a Antioquía se encuentre con frany detrás, por lo que decide ir hacia Edesa para quitársela a los francos, a pesar de las protestas de algunos que le recuerdan la urgencia de acudir en ayuda de Antioquía.

En la ciudad armenia, según cuentan los musulmanes que han podido salir de ella y llegar hasta el ejército de Karbuka, el señor de la ciudad llamado Thoros, un anciano príncipe armenio, ha recurrido a los francos para reforzar su guarnición y defenderse así de los ataques turcos. Pero el caudillo franco, cuyo nombre es Balduino, ha exigido que lo nombren heredero legítimo de Thoros; éste, que no tiene hijos, ha accedido. Apenas unos días después de la ceremonia oficial de adopción, la muchedumbre linchó a los regentes a instancias de “su hijo”, que se nombró conde y puso a sus caballeros en los puestos importantes del ejército y del gobierno. Karbuka pone sitio a Edesa, pero ésta reíste el sitio y el tiempo pasa. Sólo después de tres semanas de asedio inútil, decide ir hacia Antioquía. Van camino a ella, cuando los temores más antiguos de Yaghi Siyan toman cuerpo.

Bohemundo de Tarento escala los muros de antioquía,

Grabado de Gustave Doré

Un fabricante de corazas resentido con su gobernador por haber sido acusado de estraperlo y haber sufrido una multa, ha mandado a su hijo a los sitiadores como rehén para demostrarles que no les engañan cuando dice que les abrirá una ventana que él controla y que da al valle. Los sitiadores le han ofrecido oro y tierras a cambio de la traición. Cuando todo está acordado, los francos hacen un primer movimiento de aparente retirada para despistar y al amanecer han entrado en la torre que se les abrió y la han tomado. Al comprobar lo ocurrido Yaghi Siyan pierde la cabeza y huye en su caballo hasta caer rendido y muere por el camino de huida; un leñador armenio que lo reconoce le corta la cabeza y la lleva a los frany como trofeo.

Los francos entran en la ciudad a sangre y fuego. Sólo Shams ad-Dawla y un grupo de guerreros resiste en la alcazaba y el propio jefe Bohemundo ha sido herido en el intento de tomarla, por lo que manda un mensajero a Shams proponiéndole que abandone la alcazaba a cambio de un salvoconducto, lo que el joven emir rechaza. Mientras tanto, el ejército de Karbuka por fin se ve ya en el horizonte. Pero a él se ha unido el rey Dukak de Damasco, que ve en Karbuka y sus ambiciones al auténtico enemigo, antes que los francos.

Masacre de Antioquía, grabado de Gustave Doré

Al día siguiente de su llegada, Karbuka convoca a Shams y le comunica, para su indignación, que se le retira el mando de la alcazaba. Karbuka no atiende a exigencias ni explicaciones. Bohemundo, mientras tanto, que además de jefe es fraile, asegura a sus tropas que en un edificio de Antioquía estaba enterrada la lanza del mesías y que si la encontraban vencerían con seguridad y si no la muerte sería segura. Ese edificio era el Kusian, donde él previamente había enterrado la lanza y había borrado todas las huellas. Les ordenó ayunar tres días y al cuarto les mandó entrar en el edificio y cavar por todos lados hasta que dieron con la lanza. Al día siguiente comienzan a salir en pequeños grupos. Karbuka prefiere esperar en lugar de lanzar un ataque masivo que asuste a los francos y se cierren en la ciudad. Pero en sus tropas han empezado las deserciones y las acusaciones mutuas. Karbuka solicita una tregua a los francos para intentar poner orden entre los suyos, pero los frany cargan sin contestar siquiera a su solicitud. Dukak y los suyos ya se han ido, por lo que el karbuka manda tocar retirada y se forma la desbandada. Los francos, temiendo alguna artimaña pues los atacantes huían sin haber entrado en un combate que justificara esa huida, los dejan ir.

Siria entera se queda sin fuerza capaz de hacer frente al avance franco.

Emilio Ballesteros Almazán



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