Miguel Delibes

Miguel Delibes: Nació en Valladolid, España, en 1920.

«A su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías, y le regañaba y él, entonces, regresaba a la Jara, donde el señorito, que a su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías porque ella aspiraba a que los muchachos se ilustrasen, cosa que a su hermano, se le antojaba un error, que,
luego no te sirven ni para finos ni para bastos,
pontificaba con su tono de voz brumoso, levemente nasal,
y, por contra, en la Jara, donde el señorito, nadie se preocupaba de si éste o el otro sabían leer o escribir, de si eran letrados o iletrados, o de si el Azarías vagaba de un lado a otro, los remendados pantalones de pana por las corvas, la bragueta sin botones, rutando y con los pies descalzos e, incluso, si, repentinamente, marchaba donde su hermana y el señorito preguntaba por él y le respondían,
anda donde su hermana, señorito,
el señorito tan terne, no se alteraba, si es caso levantaba imperceptiblemente un hombro, el izquierdo, pero no indagaba más, ni comentaba la nueva, y, cuando regresaba, tal cual,
el Azarías ya está de vuelta, señorito,
y el señorito esbozaba una media sonrisa y en paz, que al señorito sólo le exasperaba que el Azarías afirmase que tenía un año más que el señorito, porque , en realidad, el Azarías ya era mozo cuando el señorito nació, pero el Azarías ni se recordaba de esto y, si, en ocasiones, afirmaba que tenía un año más que el señorito era porque Dacio, el porquero, se lo dijo así una Nochevieja que andaba un poco bebido y a él, al Azarías, se le quedó grabado en la sesera, y tantas veces le preguntaban,
¿Qué tiempo te tienes tú, Azarías?
Otras tantas respondía,
cabalmente un año más que el señorito,
pero no era por mala voluntad, ni por el gusto de mentir, sino por pura niñez, que el señorito hacía mal en renegarse por eso y llamarle zascandil, ni era justo tampoco, ya que el Azarías, a cambio de andar por el cortijo todo el día de Dios rutando y como masticando la nada, mirándose atentamente las uñas de la mano derecha, lustraba el automóvil del señorito con una bayeta amarilla, y desenroscaba los tapones de las válvulas a los automóviles de los amigos del señorito para que al señorito no le faltaran el día que las cosas vinieran mal dadas y escaseasen y, por si eso no fuera suficiente, el Azarías se cuidaba de los perros, del perdiguero y del setter, y de los tres zorreros y si, en la alta noche, aullaba en el encinar el mastín del pastor y los perros del cortijo se alborotaban, él, Azarías, los aplacaba con buenas palabras, les rascaba insistentemente entre los ojos hasta que se apaciguaban y a dormir y, con la primera luz salía al patio estirándose, abría el portón y soltaba a los pavos en el encinar, tras de las bardas, protegidas por la cerca de tela metálica y, luego, rascaba la gallinaza de los aseladeros y, al concluir, pues a regar los geranios y el sauce y a adecentar el tabuco del búho y a acariciarle entre las orejas y, conforme caía la noche, ya se sabía, Azarías, aculado en el tajuelo, junto a la lumbre, en el desolado zaguán, desplumaba las perdices, o las pitorras o las tórtolas, o las gangas, cobradas por el señorito durante la jornada y, con frecuencia, si las piezas abundaban, al Azarías reservaba una para la milana, de forma que el búho, cada vez que le veía aparecer, le envolvía en su redonda miranda amarilla, y castañeteaba con el pico, como si retozara, todo por espontáneo afecto, que a los demás, el señorito incluido, les bufaba como un gato y les sacaba las uñas, mientras que a él, le distinguía, pues rara era la noche que no le obsequiaba, a falta de bocado más exquisito, con una picaza, o una ratera, o media docena de gorriones atrapados con liga en la charca, donde las carpas, o vaya usted a saber, pero, en cualquier caso, Azarías le decía al Gran Duque, cada vez que se arrimaba a él, aterciopelando la voz,
milana bonita, milana bonita… »

(Fragmento de Los santos inocentes, Libro primero, Azarías)
Esta novela inspiró una de las mejores películas del cine español.


Deja un comentario