Siglo XX-II. El reparto del mundo
En 1898, España pierde sus últimas colonias tras la guerra con EEUU. El acorazado estadounidense Maine es hundido sin motivo aparente y, con perspectiva histórica y según muchos, volado por los propios Estados Unidos para tener excusa para entrar en guerra con un país como España, alejado de la zona y con un poderío industrial y militar muy inferior. Con ese pretexto declaran una guerra que vencen en poco tiempo y obligan a España a ceder Cuba, Puerto Rico y Filipinas; estás últimas con una indemnización de 27 millones de dólares. A la garantía de neutralización de todo futuro canal interoceánico en la zona de Panamá o Nicaragua arrancada a Gran Bretaña en 1850, añade así nuevos territorios, junto a Alaska, que había comprado a los rusos en 1867 y a la zona de México y el Caribe que ya tenía bajo su influencia, en particular económica, bajo el dominio financiero de Wall Street. En 1985, el presidente Cleveland, con motivo de un litigio fronterizo entre Venezuela e Inglaterra, manifiesta con claridad que los Estados Unidos se consideran prácticamente soberanos del continente americano al que consideran su patio trasero. Colombia les vende los territorios del istmo en que se construiría el canal de Panamá y adquieren también las Antillas danesas; afirman su protectorado sobre Cuba y Haití y ocupan en el pacífico las islas de Hawai y las de Tutulia, en el grupo de Samoa. A pesar de las protestas contra la doctrina Monroe y el dominio estadounidense en toda América en países como Argentina, Chile y Brasil, el imperialismo estadounidense es un hecho incontestable en el continente.
Por su parte, en el lado oriental, Japón, que por tal de imitar el progreso técnico de Europa y Norteamérica había renunciado a gran parte de su cultura tradicional para occidentalizarse a marchas forzadas (la película “El último samurái” muestra algunos aspectos de este proceso), quiere aumentar su poder en el continente asiático, en el que también tiene puestos sus ojos Rusia y hay una potente y enorme nación como China, que tiene cosas que decir. La península de Corea será el escenario de las más enconadas luchas. Allí surge la primeraguerra chino-japonesa, en 1890. Gana Japón, pero ahora es Rusia la que se le opone pues también aspira a dominar la zona de Manchuria y Corea. En 1904 el emperador japonés ataca la base rusa de Port Arthur y entra en guerra sin haberla declarado previamente. En 1905, los rusos, tras sangrientas batallas, pierden y tienen que ceder Liaoyang y Port Arthur a Japón, que se hace también de la isla de Sajalin y se queda con Corea dentro de su área de influencia. Los rusos se retiran de Manchuria.
No obstante, el predominio mundial todavía lo siguen ostentado por entonces las potencias europeas, destacando, a principio de siglo, los gobiernos británico y francés. Gran Bretaña tiene bajo su influencia la India y Egipto, al que la apertura del Canal de Suez lo convierte en un hito de interés estratégico y económico. Como también quiere dominar la ruta de Las Indias por el Mediterráneo, a sus tres bases anteriores (Gibraltar, Malta y Adén), añade Chipre, cuya administración le cede Turquía en 1878, la costa septentrional de Somalia (1884) y la isla de Sokotora (1876). Pero sus mayores esfuerzos, con el propósito de controlar el canal de Suez, los realiza para adueñarse de su zona e imponer su voluntad a Egipto. Inglaterra compra el principal lote de acciones del canal y poco tiempo después, Ismail suspende el pago de la deuda pública egipcia, con lo que Francia e Inglaterra obtienen el derecho de nombrar los controladores generales de la Hacienda de Egipto. Surgen protestas en este país, e Inglaterra se vale de ellas como excusa para intervenir militarmente apoderándose de Alejandría y ocupando el canal y El Cairo. Nigeria sería confiada a una compañía privilegiada en 1885 y se convertiría en colonia en 1900; le seguirían la costa de Zamzíbar, la alta meseta de Uganda, y más al sur El Cabo. También Sudán entrará en sus pretensiones, aunque ahí se encontrará con las de Francia. Y quedarán bajo sus dominios también Birmania, Sudáfrica, tras vencer a los Boers (de origen holandés) en la enconada lucha que supuso el descubrimiento de las minas de oro y diamantes de Transvaal, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
Francia es la otra gran potencia europea con poderío imperialista y colonias por gran parte del mundo; África, en especial, aunque también en Asia (Indochina y el territorio alto de Laos). Pero el escenario de mayores enfrentamientos entre las dos grandes potencias europeas del momento se da en África. Para Francia, Argelia era su principal colonia; partiendo de ella, establece su protectorado en Túnez y Marruecos (cuyo protectorado compartiría con España y ésta se vería involucrada en una guerra tan inútil como sangrante que sería una de las causas de los levantamientos que se dieron en España a principios de siglo, indignada la población por tanta muerte inútil). Después, desde el Senegal, extendería Francia sus dominios por la costa del Atlántico al Norte de la desembocadura del Congo (Gabón) y hasta la región del lago Chad, en pleno Sudán. Ahí se encontrarían con los ingleses, consiguiendo que los franceses reconocieran a la compañía de Nigeria (inglesa, a pesar del nombre) la posesión de las regiones de Sokoto y Bornú, hasta la orilla occidental del lago Chad. En 1898, una expedición francesa parte del Congo y toma posesión de Fachoda, en el curso superior del Nilo, a lo que Inglaterra, que siente amenazado su imperio colonial, responde con operaciones a fondo en el Sudán que obligan a los franceses a retirarse del Nilo. En 1899, Francia e Inglaterra firmaban un acuerdo por el que Inglaterra reconocía a Francia su imperio norteoccidental, y a cambio podía constituir una zona colonial británica de Norte a Sur, a lo largo del Mar Rojo y el Océano Índico.
Rusia, aunque acabó expulsada de Manchuria por los japoneses, adelanta sus posesiones en Asia Central hasta incorporarse el Turquestán y las regiones montañosas de Fhergana y el Pamir y el rico oasis del Merv, ya en la cabecera de las rutas de invasión persas. En 1958 se había hecho ceder por China los territorios al Norte del río Amur y la región costera entre la desembocadura de éste río y Corea, donde fundó Vladisvostok, puerto de relativa importancia por su situación estratégica. Todo eso originaría tensiones entre Rusia y Turquía, por una parte, e Inglaterra por otra, pues también este país estaba interesado por Persia.
También Bélgica, en el Estado del Congo, se sumó al reparto, dejando como herencia uno de los lugares más conflictivos y una de las historias más sangrientas de la ya de por sí penosa colonización africana. Todo el siglo XX, África va a estar sufriendo las fronteras artificiales, creadas por intereses europeos sin tener en cuenta etnias, culturas e intereses africanos para nada, e inculcando divisiones y enfrentamientos que provocarán un conflicto tras otro a lo largo de todo el siglo; incluso después de las descolonizaciones oficiales.
Faltaban por sumarse al festín Alemania e Italia, que lo harían más tarde porque también habían tardado más en consolidarse como países unidos. Alemania estableció colonias en el golfo de Guinea (Togo y Camerún) y un protectorado en África Sudoccidental, fundando en 1884 la Compañía de África Oriental para la explotación de los territorios de Tanganika, que acabarían como colonia en 1897. Italia se estableció en Masaua, en el Mar Rojo y fundó la colonia de Eritrea y obtuvo la posesión de la costa índica de Somalia; intentó conquistar Abisinia, sin conseguirlo, pero pudo arrebatar a Turquía Trípoli y la Cirenaica, logrando así una colonia mediterránea (Libia), menos rica que la Túnez francesa, pero suficiente para que Francia se sintiera amenazada e Inglaterra incómoda.
Cuando las hienas se reparten un festín, es raro que lo terminen pacíficamente. Había tantos intereses encontrados, que la semilla para un conflicto abierto y generalizado estaba echada. Sólo faltaba que estallara.
Emilio Ballesteros