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Ago 25 12

Manuel López-VILLASEÑOR y López-Cano, España

Manuel López-VILLASEÑOR y López-Cano

Artista Plástico

Presentado por Higorca Gómez

Hoy me embarga un inmenso placer. Tengo el gusto de presentar a un gran maestro. A un artista que no pinta, retrata aquello que tiene delante. A un pintor que mueve el pincel de tal manera que da vida a una flor seca, a una vasija de latón, o a una tinaja de barro.

Su nombre es: Don Manuel López-Villaseñor, o lo que es lo mismo, Villaseñor. Así es como se le conoce en el mundo del arte pictórico.

Nació en Ciudad Real, un día 28 de Junio del año 1924. Es hijo de Serafín y de Eugenia. Su padre fue un reconocido sastre de la época.

A Don Manuel, desde muy temprana edad, ya se le notaban las buenas dotes que tenía para el dibujo o el color, y a los doce años, obtiene el Primer Premio Extraordinario de la Asociación de la Prensa.

Sus padres, viendo las facultades que tenía, deciden que a los diecinueve años se traslade a Madrid para realizar los estudios de Bellas Artes en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando.

Termina sus estudios y pronto se ve recompensado con grandes premios que serán el motor que dará fuerza a todas las enseñanzas adquiridas, y poder empezar muy pronto a montar exposiciones.

Llega la primera. Una individual que se colgara en una de las salas más importantes de la época. La Sala Macarrón de Madrid. Es el año 1948. Al mismo tiempo, se presenta al ya renombrado Certamen Nacional de Pintura de Valdepeñas.

En el año 1949, tras una dura oposición, le es concedido el pensionado de Roma. En Italia se quedará cinco años donde, además de trabajar, puede y tiene oportunidad de viajar por toda Europa. Es así como entra en contacto con la pintura del Proto-Renacimiento italiano y también con las vanguardias más activas de la época.

Siempre recordará y hablará de esa etapa de su vida como una experiencia extraordinaria y muy importante en su vida.

Es el año 1954 cuando regresa a España. Es la época en la que pinta los murales. En el Transatlántico “Cabo de San Roque”, trabaja uno que mide 60m y es expuesto en el Salón Principal. Ahora ese barco esta desguazado y nadie sabe dónde ha ido a parar esa obra de arte. También le encargan los murales para la Excma. Diputación de Zaragoza, están pintados sobre once paneles.

En el año 1991, al maestro le proponen una exposición antológica en Madrid, promovida por Caja Madrid en la Casa del Monte. Me llama para decirme que haga la gestión en la Diputación para ver si se pueden exponer los paneles en dicha exposición. La negativa es rotunda y no se los dejan.

El año 1956 es muy fructífero en acontecimientos: es seleccionado para representar a España en la IV Bienal de Tokio. A la vez que expone la 1ª Exposición en las Salas de la Dirección General de Bellas Artes. Es nombrado Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y obtiene el PREMIO “VALDES LEAL” en Sevilla.

En el año 1958, realiza la segunda Gran Exposición en la Sala de la Dirección General de Bellas Artes de Madrid, y en la Biennale Internazionale “Bianco en Nero. Lugano, Suiza.

En el siguiente año,1959, es nombrado Catedrático por oposición de pintura Mural y Procedimientos Pictóricos, docencia que desempeña más de treinta años y que siempre compagina con su extensa obra, realizando al mismo tiempo exposiciones por todo el mundo.

En el año 1960, lleva a cabo otro mural, esta vez para la Excma. Diputación de Ciudad Real.

1961. Expone en Colonia, Alemania, en la “Kölnischer Kunstverein”.

En el año 1965 expone en la V Bienal de Alejandría (Egipto) y obtiene el Gran Premio.
En el año 1966 de nuevo otra exposición personal, esta vez en la International Gallery, Cleveland, Ohio. U.S.A.

Cansado del bullicio de Madrid, buscando un poco de paz y respirar un poco de aire fresco, decide cambiarse a Torrelodones, una encantadora población cercana a la capital. Allí vive, dónde tiene un magnifico estudio. Con una ventana al norte. La luz que a él le gusta para trabajar en plena libertad, dando a sus obras esa magia especial.

Un día recibe la noticia de que la ciudad que le vio nacer, su ciudad, le otorga el título de hijo predilecto. Algo bien merecido. Ciudad Real se siente orgullosa de él. Un maestro en toda la extensión de la palabra. Al mismo tiempo le nombran Comendador de las Ordenes del Mérito civil y de Isabel la Católica.

También el ayuntamiento de Torrelodones decide poner el nombre de “Sala Villaseñor” a La Gran Sala de Exposiciones de la Casa de la Cultura.

Le conceden el Premio “Pablo Iglesias”.

Después de un tiempo en que ha estado metido en su estudio, llega el año 1990 y es entonces cuando desarrolla una gran actividad exhibiendo exposiciones Antológicas en Castilla-La Mancha, Madrid, Sevilla y Barcelona. Dedicándole varios libros y monografías sobre su vida y obras.

En el 1992 expone de nuevo en la Fundación Focus de Sevilla.

Y en el 1993 siguen las exposiciones en las Salas Culturales que Caja Madrid tiene en Barcelona.

Esta es, grosso modo, la biografía de este excelente pintor.

OBRAS EN MUESOS, ENTIDADES Y COLECCIONES PERSONALES

Museo de Arte Contemporáneo, Madrid

Museo Vaticano, Italia

Parlamento Europeo, Bruselas

Museo Agrigento, Italia

Museo de Bellas Artes, Sevilla

Museo de Granada

Museo de Arte Moderno, Alejandría (Egipto)

Museo Taurino, Madrid

Museo Provincial de Zaragoza

Museo Camón Aznar, Zaragoza

Museo del Alto Aragón, Huesca

Museo Provincial de Ciudad Real

Museo Municipal Elisa Cendrero, Ciudad Real

Fundación Rodriguez Acosta, Granada

Fundación Juan March, Madrid

Banco de Granada, Granada

Diputación de Zaragoza (murales) (11paneles)

Escuela Superior de Altos Estudios Mercantiles, Barcelona (murales) (17,5m)

Diputación de Ciudad Real (murales) (Fresco, 150 m.)

Transatlántico “Cabo de San Roque” (murales)

Ibercaja Zaragoza (murales)

Museo de Valdepeñas (C. Real)

Ministerio de la Vivienda, Madrid

Ministerio de Industria, Madrid

Etc.

PREMIOS

1935.- Premio Extraordinario de la Asociación de la Prensa, C. Real

1943.- Premio Molina Higuera de la Real Academia de Bellas Artes, Madrid

1944.- Premio Carmen del Río de la Real Academia de Bellas Artes, Madrid

1946.- Tercer Premio Exposición Regional de Valdepeñas (C. Real)

1947.- Primer Premio Exposición Nacional de Valdepeñas (C. Real)

1948.- Primer Premio Exposición Nacional de Valdepeñas (C. Real)

Accésit Concursos Nacionales de Pintura, Madrid

1949.- Gran Premio de Roma, del Estado Español

1951.- Premio Díaz del Villar, Cuba. Primera Bienal Hispanoamericana de Arte

1952.- Primera Medalla de Oro de la Exposición Nacional de Bellas Artes

1953.- Gran Premio de la Exposición Internacional de Agrigento (Italia)

1954.- Molino de Oro de la Exposición Nacional de Valdepeñas (C. Real)

1955.- Premio Valdés Leal, Sevilla

1958.- Beca Juan March

1965.- Gran Premio de la V Bienal del Mediterráneo, Alejandría (Egipto)

1985.- Premio Pablo Iglesias.

1995.- Medalla de Oro de la Comunidad de Castilla-La Mancha

Higorca.-

Conocí al maestro siendo muy niña. Siempre me impactó su seriedad, su sabiduría. Demostrando en todo momento el gran humanista que era. De su conversación se podía aprender mucho, no solo de pintura sino de otras cosas que quizás también estaban envueltas dentro del mundo pictórico, del mundo artístico, mejor, de todo lo que llamamos Artes.

Me gustaba sentarme cerca y escuchar aquellas conversaciones tan apasionantes. Tenía que acumular datos si quería trabajar en ese mundo difícil y al mismo tiempo apasionante y él, don Manuel López-Villaseñor, tenía todas las cualidades para enseñar a mover el lápiz, para pasar después al pincel.

No corras nunca, no tengas prisa, se llega siempre que sepas hacer bien las cosas.

Ahora, con el paso de los años, he comprendido cuánta razón tenía. Nunca hay que correr, hay que aprender muy bien, afinar la retina, masticar en profundidad el tema y acumular datos en ese disco duro llamado cerebro. Todo para después poder demostrar que pintar, dibujar o esculpir, grabar, es algo más que manchar alegremente un trozo de tela o estar delante de un trozo de piedra para dar mazazos.

Me admiraba ver cómo pintaba en su estudio. Era apasionante, jamás le vi hacerlo con un pincel fino. Cogía uno de aquellos anchos pinceles y con la precisión matemática del maestro trazaba una fina línea.

El maestro nos dejó en el año 1996. Se fue, pero nos dejó una gran herencia: un legado infinito de obras que nos llevan a soñar delante de cada una de ellas. Son el espíritu de su propia vida. Al pasear por ella, cualquiera puede conocer la casa donde nació, las caras de sus padres, o encontrarte dentro de un manicomio en el que habitan esas personas enfermas de la mente tan bien reflejadas por él. Sigo paseando por las salas del museo, su museo, por los pasillos donde están colgadas esas obras tan llenas de vida; por donde puedo leer reflexiones que en su día él puso en un papel y ahora están grabadas en la pared. Me paro en cada una de ellas y escucho su voz explicando lo que ha querido reflejar en las palabras, o en esa tela y, ¿por qué no?, en la madera, con una perfecta preparación. Una voz serena, como siempre, él, mi maestro, mi amigo, como si hubiese sido mi padre, me contaba, me explicaba una y otra vez. Gracias maestro por haber tenido la oportunidad de haber compartido tantos momentos.

También don Rafael Romero Cárdenas decía de él: “La personalidad de López-Villaseñor me impresionó siempre. Su capacidad como conversador, virtud hoy tan en desuso, que le hacía capaz de mantener sugestivas conversaciones sobre toda clase de temas, aunque para él ocupaban el primer puesto sus recuerdos y vivencias de Ciudad Real”.

Como gran humanista, sentía una especial predilección por todas las bellas artes, especialmente la música. Se le iluminaba la mirada cuando hablaba de sus visitas a Salzburgo para asistir a los famosos festivales de los que era asiduo espectador, de cuyas representaciones disfrutaba especialmente cuando cantaba su musa e íntima amiga, la genial mezzosoprano Teresa Berganza.

La biografía de Villaseñor se puede seguir perfectamente a través de su pintura, ya que en sus cuadros se reflejan fielmente sus diferentes etapas vitales y estados de ánimo. Sus últimos cuadros, en los que destaca un extraordinario colorido, están llenos de esa impresionante serenidad con la que los grandes hombres saben despedir sus días.

Manuel López Villaseñor con el también maestro José Higueras

ALGUNAS REFLEXIONES DE VILLASEÑOR:

Queda la duda sobre la tela; pero, de alguna manera, es una duda vital y, aunque mi pintura lleve en el tema la angustia y a veces lo siniestro, siempre queda un margen para la esperanza a través de la luz que penetra por uno de sus lados”.

Ver es para mí conocer, es ir y venir de lo grande a lo pequeño, es avanzar y retroceder, es pasado y presente de una forma, es experiencia y aventura y otras muchas cosas”.

El humanismo está reflejado en todo lo que hago. El hombre, aunque nos pese, sigue siendo lo más interesante”.

Nada es gratuito, desde la sombra que construye a la luz que modela, la grieta de un muro. Un clavo en la pared… pero a la vez hay algo que dentro de nosotros no se puede controlar y al cual creo que mi pintura busca constantemente el movimiento meteórico, como movimientos no conscientes”.

Higorca.-

Dice de él el gran escritor y crítico de arte, don José Corredor-Matheos, que primero se tiene que contemplar alguno de sus cuadros; luego ya no es necesario detenerse a observar con detenimiento. Basta con cruzar las miradas y ya podemos reconocer sus figuras. Seres humanos o bien cualquier objeto que también están vivos. Después ya se puede pasar a mirar todo con detenimiento, despacio para que permanezca en nosotros toda la sensación que emana de cada uno de ellos.

Causa impresión la obra de este maestro, toda ella confirmada por sus propios comentarios lúcidos y sin contradicción. Sus declaraciones hechas son sobrias, sin concesiones, con palabras relajadas y sin ningún tipo de dogmatismo.

Sigue diciendo el escritor, que una de las claves para la comprensión de su pintura nos llega a través de la convivencia con él. Sus pinturas no las notamos frías ni mecánicas, tampoco apresuradas, ya que, como él bien dice, no pinta un bodegón: hace retratos de todo lo que ve, de tal forma que las personaliza y las individualiza.

Contrasta el dominio que tiene el maestro, o el artista, con la independencia del arte. Al margen del de la voluntad del creador, sabemos o pensamos que en la creación artística es el ser entero el que interviene siendo el primer sorprendido al ver terminada su obra.

Utiliza siempre objetos vividos: aceiteras, hogazas, membrillos o flores de su jardín que con el paso del tiempo se han quedado secas, aunque él les da de nuevo vida.

Higorca.-

Hemos hablado en muchas ocasiones de aquellas personas que han posado para que él pudiese llevar a cabo una de sus obras maestras. Y decía que al final se quedaban dormidos, relajados. Era entonces cuando él disfrutaba pintando ya que el modelo se quedaba inmóvil. Era como cuando iba al depósito de cadáveres para poder dibujar aquellas figuras frías y quietas. Las miraba impasible, como si estuviera pintando cualquiera de las frutas que retrataba en sus bodegones.

Yo añado que no hay mayor riqueza que poder contemplar con pasión aquellas obras inmensas cargadas de matices, de tonos, de pinceladas bien dadas, seguras y firmes, o esa luz inmensa que nos llega por la ventana del cuadro y que inunda la estancia.

Sigo mirando, contemplando para aprender la soberbia lección que me dan cada uno de sus cuadros. No puedo, no quiero apartar la mirada porque me atrapa con ese magnetismo que tiene la obra de Manuel López-Villaseñor. Villaseñor para todos aquellos que amamos el arte.


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