estás en Cine
Los premios Òscar del 2012
Jean Dujardin, oscarizado como mejor actor por ‘The Artist’, recoge el premio con Uggie en brazos
La edición de los Oscar de este año quedará para la historia como una de las más clásicas, atípicas y especiales que se recuerdan. Y no lo será por su ceremonia, bastante aburrida, impersonal y políticamente correcta, que ni siquiera pudo animar su presentador Billy Christal, sólo aprobado en su papel, sino por la victoria de dos películas que apostaron por el pasado, por los inicios del cine, y se inventaron sendas historias llenas de lírica, emoción y entretenimiento, que a veces en el cine es lo más simple, pero también lo más difícil. La Invención de Hugo, de Martin Scorsese, centra su homenaje en uno de los “padres” del cine Georges Méliès, y su rocambolesca vida, que se cruza en su etapa final con la de un niño huérfano, solitario y soñador. Las dificultades de ambos en una sociedad compleja logran enternecer al espectador, y le hacen formar parte de una aventura llena de belleza, de buenas intenciones y de magia. Un cuento para todos los públicos que ha conseguido los denominados premios “técnicos”, pero que también hubiera sido una muy digna ganadora de otras categorías más importantes. Y no lo ha hecho “por culpa” de The artist, la gran triunfadora de la noche, que ha sido galardonada con cinco estatuillas: la de mejor película, dirección (Michel Hazanavicius), actor principal (Jean Dujardin), banda sonora y vestuario. Su triunfo supone que por primera vez reciba un Oscar una película no anglosajona, que, por casualidades del destino, homenajea a muchas películas americanas del cine mudo, y también supone que vuelva a ganar un filme de estas características desde 1928. Y lo hace con toda justicia. La obra de Hazanavicius será una de aquellas que quedarán para siempre en la retina del buen aficionado al celuloide que ha admirado desde siempre la época clásica, porque tiene todos sus ingredientes: poder para emocionar, inteligencia, habilidad y buen gusto. La escasa hora y media de The artist es un regalo para los ojos, que pasa en un suspiro y que deja en el paladar un sabor exquisito, que en pocas otras ocasiones se volverá a repetir. Jean Dujardin borda su papel de actor de películas mudas que no quiere saber nada del sonoro que se va imponiendo en la industria. Y su sufrimiento cuando queda relegado a un segundo plano no necesita palabras, se plasma en una cara rota por el sufrimiento y la decepción. Su Oscar no podía ser más merecido.
Igual de merecido que el de Meryl Streep. Una actriz que lleva toda la vida haciendo cine, en ocasiones muy buen cine, lo que le ha hecho quedarse siempre en la industria. Una vez se acomodó y ya no se movió, y mientras tanto empezaron a lloverle las nominaciones, y ya tres Oscar, igualando a la inolvidable Ingrid Bergman y a sólo uno de Katherine Hepburn. Su clase, saber estar y fotogenia no llegan a las dos anteriores musas del cine clásico americano, pero no anda lejos de ellas, y aún tiene cuerda para rato. Y el que sigue en su plenitud, a pesar de sus bien llevados 82 años es Christopher Plummer, ganador del Oscar al mejor actor secundario, que hace el papel de un enfermo terminal en Beginners. Quizá no sea su mejor interpretación, pero nunca es tarde si se quiere premiar el talento de un actor. Como talento derrochan las protagonistas de la interesante Criadas y señoras que sólo ha recibido el reconocimiento en manos de Octavia Spencer, como mejor actriz secundaria, y que debería repartir en trozos pequeños la estatuilla porque casi todas sus actrices lo hubieran merecido. Quien lo ha merecido en muchas ocasiones y no siempre la Academia se ha acordado de él, igual por el hecho de que no asiste nunca a una gala de estas características, es Woody Allen, que esta vez sí, ha sido galardonado con el Oscar al mejor guión original con su Midnight in Paris, o cómo hacer que tus sueños se hagan realidad justo a las 12 de la noche en una pequeña calle de la capital francesa. No llega a la altura del genio neoyorkino, pero tiene interés el guión adaptado de Alexander Payne en Los descendientes, una historia de engaños, problemas familiares, ambición y naturaleza, con el protagonismo absoluto de George Clooney, que también estaba nominado como actor principal y que también sucumbió ante el vendaval francés de The artist.
La fiesta anual del cine americano, una vez más, dejó un sabor agridulce con una ceremonia demasiado plana, que volvió a dejar en un segundo plano los reconocimientos a toda una trayectoria, que se olvidó de las canciones nominadas, que en otras ediciones daban un toque de calidad a la noche, e incluso nos dejó una alfombra roja con modelos que apenas llamaron la atención. Menos mal que el equipo de The artist puso la nota emotiva con sus nervios a flor de piel, en un escenario que no habían pisado nunca. La emoción es difícil de fingir y aquellas caras demostraban lo que significa un momento de felicidad. Hasta el perro de la película Uggie, se lo pasaba en grande con su pajarita. Faltó un Oscar para él también.