Breve disquisición sobre la Poesía

Hola, amigos.

Quisiera hacer de este espacio que generosamente me han brindado desde ARTE FÉNIX, un sitio ameno, sin pragmatismos ni verdades absolutas, donde poder exponer temas diversos, creaciones en prosa y verso, pensamientos de toda índole y todo cuanto tenga que ver con la cultura y el conocimiento.

El ámbito en el que se desarrollen los temas será flexible y el texto dependerá de cada momento anímico, sin ceñirnos a temarios, flexibilizando el decir, haciéndolo ameno en lo posible e intentando que el lector se interese por lo que se dice y cómo se dice.

Me gustaría que hubiese en lo posible una comunicación más o menos fluida, es decir, que cuando un tema interese en particular se pueda abrir una sección en los foros para tratar del mismo en diálogo abierto y enriquecedor.

Comenzaré esta primera aportación —cortita para no cansar— con una brevísima disquisición sobre la Poesía:

Supongo que cuando se habla de poesía comprometida, cada cual se hará una imagen de lo que debe ser la misma. Para mí, el compromiso lo entiendo como exclusivamente poético, sin poner las letras al servicio de nada ni de nadie, gozando la satisfacción de darles salida con el tono que cada situación anímica demande. Esto conlleva el que, de vez en cuando, surgen letras censurando actitudes o hechos, en oposición a otras cuya función consiste en ensalzar a cambio de algo a figuras vestidas con los trajes y modos de siempre.

Entiendo que el poeta debe ser la última línea, el bastión postrero que aguarda tras la batalla de las realidades, (no me refiero, claro, a situaciones límite en que es precisa la intervención de todos como una unidad más de las unidades del conjunto) componiendo palabras que no cañones; empeñando versos globales que no ideologías; razones que no verdades.

Únicamente en casos extremos —cuando la razón choque frontalmente con la barbarie— deberá el poeta abandonar su mundo místico para mostrarse a verso descubierto y oponer al tirano de turno la verde oliva, en oposición a la corona de laurel con que pueda haber ceñido su estrecha cabeza.

De todos modos, ¿qué poeta no hace oposición permanente a la realidad desde la ambigüedad de sus versos? El poeta es un inconformista nato; Phi desnudo que seduce al viento; suma y verbigracia de un álgebra evanescente.

Un saludo a todos.

Antonio García Vargas


Un comentario
  1. admin

    ¡Bienvenido a Arte Fénix, Antonio!
    Navegaremos contigo por esta Miscelánea Cultural y buscaremos que los vientos nos sean favorables.
    Un abrazo
    Mara

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