«Demasiadas sombras, para tan poca luz», de Mayte Albores

Soy como esa niña, que llora y grita, que patalea cuando algo no le gusta, pero sobretodo, soy la que se retuerce, cuando hay algo que no entiende y ningún tipo de razón puede explicarlo.

No quiero crecer y quiero entender.

Y sé, que esa no es la respuesta que «debo» dar, porque lo que se pide, es «crecer» y no tratar de entender nada más que lo que nuestros ojos han aprendido a ver: que el sol va girando así como cambian las estaciones, y que yo, seré pasto de los gusanos.

Sí, probablemente ese sea el problema, que no quiero crecer, y aún así, se me obliga a adoptar unas formas que escapan de mi propia naturaleza, mientras me declaro y me confieso con cuestiones que alteran la armonía «del uniforme humano»:

¿Y qué si arrastro las manos por debajo de la planta de mis pies (homínido)?¿Y qué si quiero parir como una perra (mamífero)?¿Y qué si me desnudo y me revuelco por la arena para vestirme de sal y desgaste (animal)?¿Y qué…?

No soy una señorita prefabricada, con carmín en unos labios que se venden.

No soy la trampa burguesa del centro comercial de moda.

No me perfumo antes de salir de casa, y los adornos de mis orejas, los guardo para el árbol de Navidad o para goce de las urracas.

Reconocerse, es abanderar una guerra que no se elije.

Y dicen, que no hay guerras si ambas partes no quieren, pero, ¿acaso, aquel al que enterró una bomba, le preguntaron antes si quería aquello?

No hay dolor más grande, que las malas artes, y utilizar una «inteligencia?» anestesiada con el miedo, para hundir en las derrotas los amaneceres que no nos interesan y matando un mejor mundo que podría habitar en nuestras manos.

Demasiadas sombras, para tan poca luz, demasiadas tumbas para tan poca vida que les precedió, demasiados silencios para tantas voces con algo que decir.

Loca… Loca… demasiado loca… gritó una y otra vez Juana «la loca», demasiado loca para querer amamantar a sus hijos a pesar de tener «criadas», demasiado loca por confesar sus deseos del placer por ser besada y deseada, ¿demasiado loca? Demasiado loca… demasiado loca…

Yo quiero ser esa mujer, esa loca inconformista que se vista y se desnude, que rece o blasfeme, que vote o no, que diga o que calle, que haga o que deje.

Todas, deberíamos ser esas mujeres, que saben que tienen la fuerza para cambiar el mundo, su mundo, este mundo.

Una vez, alguien me dijo, que mi discurso era demasiado feminista, y yo, no trato de prestarme para que levanten un altar y me recen como a una diosa, pues, las pasarelas de la mentira ya se encargan de robar los sueños de las personas a las que han castrado su autoestima, y aprenden a quererse a base de vómitos y huesos hambrientos.

Mujeres, somos mujeres, las mismas a las que suprimen la lengua, la cara, el clítoris o la vida, como propiedades sin valor.

No somos más que nada, no somos más que nadie, pero somos una parte esencial, para que la vida tenga sentido, y solo nosotras, debemos sacar esa fortaleza que nos ha hecho salir adelante a lo largo de la historia, para compensar el mundo, y encontrar el equilibrio.

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Mayte Albores, Adalid de Música


Un comentario
  1. Rosario Bersabé

    Un artículo fantástico, Mayte. Te felicito.

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